Napo: cortometraje

Napo un gran corto que nos invita con extraordinaria sensibilidad a hablar sobre los abuelos, sus recuerdos olvidados y la magia de los lazos familiares.

La pérdida de la memoria, su volverse fragmentos de algo que antes se situaba en la capacidad de tener un equilibrio ante el olvido, significa dejar que lo que constituía nuestro ser se pierda para siempre, hasta el momento final en el que, frustrados los intentos de recuperación, sólo queda el reconocimiento de una derrota total. Demostración de las malformaciones biológicas del ser humano, entonces, el alzheimer es una enfermedad contra la que poco podemos hacer, sino aceptarla y convivir con ella, sea que esto nos afecte directamente (y la pérdida de la memoria sería algo al que nos encontramos sujetos), sea que nos afecte indirectamente (como a los padres, a los abuelos, o a los amigos entre los que ya llegaron hasta edades muy lejanas).

«Napo», el corto que nos recuerda que podemos enfrentar las pérdidas con amor y alegría.

La vida nos regala momentos únicos para transformarnos y empezar a ser nuevamente. El abuelito del vídeo, desde el desconcierto y la soledad interior, es capaz de dar valor a lo nuevo que le está pasando, a aquello que se presenta ante sus ojos y que le llena el corazón de calidez.

Comienza una vida nueva e ilusionante, gracias al amor y a la ternura, los ingredientes perfectos para recuperar, revivir, resucitar aquello que parecía inerte. Algo hay en el amor y en la ternura que nadie se olvida de lo bien que sienta recibirlas: todos reconocemos esas cualidades y nos ayudan, poco a poco, a reconstruir lo destruido.

Pero esto es justo lo que nos diferencia: es nuestro amar el que todo lo puede.

Citas bíblicas del Nuevo Testamento que tratan el tema de la enfermedad.

Marcos 10:51-52

¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó.

Rabí, quiero ver —respondió el ciego.

Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado.

Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.

En este pasaje de Marcos 10 encontramos uno de los muchos milagros de sanidad que Jesús hizo: la sanidad del ciego Bartimeo. Este ciego mendigaba junto al camino en Jericó. Él había oído sobre los milagros de Jesús y permanecía alerta esperando su oportunidad para pedirle que le sanara.

Tan pronto Bartimeo se enteró de que Jesús estaba cerca, comenzó a gritar diciendo «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». No tuvo vergüenza ni reparos. Él sabía lo que quería, sabía que Jesús lo podía sanar y estaba dispuesto a gritar hasta recibir lo que anhelaba. Jesús lo escuchó y lo llamó, así que Bartimeo dió un salto, se puso de pie, se despojó de su capa y se acercó a Jesús.

¿Por qué Jesús le preguntó qué quería? Era obvio que deseaba ser sanado. Pero hay momentos en los que Dios desea que le digamos exactamente lo que queremos que él haga, y en el caso de Bartimeo, Jesús concedió la sanidad. Le dijo «tu fe te ha sanado» y en ese instante el ciego pudo ver. A veces Dios solo está esperando una muestra de fe de nuestra parte para realizar el milagro que él ya ha decidido hacer.

Mateo 10:7-8

Dondequiera que vayan, prediquen este mensaje: “El reino de los cielos está cerca”. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente.

Cuando Jesús envió sus doce discípulos a llevar su mensaje al pueblo de Israel, les dio autoridad para liberar a las personas del poder del enemigo y sanar toda enfermedad. Ese era el ministerio que debían llevar a cabo y la sanidad era una parte importante de este.

Cuando el reino de Dios se manifiesta ocurren milagros, sanidades y liberaciones. Dios es todopoderoso y quiere bendecir a los que se acercan a él. Por esto, él capacita a sus hijos para poder realizar su ministerio.

Santiago 5:14-15

¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y, si ha pecado, su pecado se le perdonará.

Los enfermos deben llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por ellos y los unjan en el nombre de Jesús. El aceite era muy usado en ese tiempo para tratar dolencias y enfermedades. Su mención parece indicar que no debemos descartar la medicina, pues puede ser el medio que Dios utilice para darnos la salud.

El aceite es también símbolo del Espíritu Santo. El mover del Espíritu Santo en nosotros puede traer salud física y también un despertar espiritual que nos llevará a reconocer nuestros pecados. Hay enfermedades que vienen por causa del pecado y al confesarlos, abrimos la puerta para que Dios obre.

Es importante vivir en obediencia a Dios. Pero si fallamos, Dios no nos deja sin salida. Podemos ir ante su presencia, confesar nuestros errores, recibir oración, ser ungidos y restaurar nuestra relación con Dios, además de recibir la sanidad de nuestros cuerpos.

  1. ¿Qué mensaje te ha transmitido el vídeo?
  2. ¿Cómo afrontarías tú el tema de la enfermedad en una persona cercana?
  3. ¿Cómo afrontarías la enfermedad en tí?
  4. Marcos 10:51-52: ¿Por qué Jesús le preguntó a Bartimeo qué quería?
  5. Mateo 10:7-8: ¿Cuál es la recomendación que da esta cita bíblica?
  6. Santiago 5:14-15: ¿Qué simboliza el aceite?
  7. La enfermedad puede ser física y psíquica pero también espiritual. La enfermedad espiritual ocurre cuando una persona no es capaz de encontrar fuentes de significado, fe, esperanza, amor, paz, consuelo, fortaleza o conexión en la vida. Es posible que esto suceda cuando ocurre algo en nuestra vida que discrepa con las creencias sobre nosotros mismos y sobre cómo somos en el mundo. Escribe una carta a un amigo imaginario donde le cuentes que padeces una enfermedad espiritual.